Entrevista a Miguel Ángel Llona y Michelle Llona, arquitectos.
Publicada en La Chimenea N° 04 (Diciembre 2011-Febrero 2012)
Por Israel Romero Alamo
Lima, Perú.
I:
Ambos son arquitectos con un trabajo importante que han desarrollado y siguen
desarrollando en épocas totalmente diferentes.
M.A: Cuando terminó
su quinto año del colegio ella me dijo: Papá voy a estudiar arquitectura, yo le
dije: ¡qué buena noticia! pero espero que vayas a la UNI. Ni hablar me contestó, a
la Ricardo Palma.
I: ¿Y
eso?
M: No es cierto, ¡no le pareció tan buena noticia! Primero
me dijo estudia otra cosa, que no estudiara arquitectura y que si estudiaba
arquitectura, pues lo hiciera en la UNI.
M.A: El primer
trabajo de Taller que le dieron a Michelle fue hacer la maqueta de la Villa Rotonda
de Paladio, un excelente trabajo, todavía lo conservo.
I: ¿Por qué arquitectura?
M: Siempre me gustó arquitectura, no me veía haciendo
otra cosa.
M.A: Nosotros hemos sido bastante liberales, nunca hemos
estado encima de ellos a pesar de que su madre y yo somos arquitectos, pero no creo que eso haya influido.
Yo estudié para arquitecto en el Departamento de
Arquitectura de la Escuela
de Ingenieros de esa época (1946-1950). Mi título es de Ingeniero en la
especialidad de Arquitectura, luego se convirtió en Facultad de Arquitectura. El
primer año era común para todas las especialidades, estábamos en los mismos
cursos con los que estudiaban ingeniería. Recién a partir del segundo año
empezaba la especialidad en el Departamento de Arquitectura, tuve profesores
importantes como Paul Linder, arquitecto alemán de la Bauhaus , Ricardo Malachowski, quien hizo el Palacio de Gobierno, después
otro importante fue Rafael Marquina quien hizo la Estación de los Desamparados.
I: ¿Qué
sucedió en ese entonces?
M.A: Se inicia el movimiento de la Agrupación Espacio cuando
cursábamos el segundo año de la especialidad de arquitectura, que encabezaron,
entre otros, jóvenes arquitectos: Luis Miro Quesada, Adolfo Córdova, Carlos
Williams y gente de esa generación además de escritores, pintores, escultores… Ahí
empieza el cambio.
En nuestra promoción, en el año 47, se inicia un nuevo
programa académico. Algunos profesores tradicionales protestaron y otros renunciaron.
Belaunde también promovía el movimiento, luego fue Decano. Belaunde enseñaba un curso que se llamaba Problema Nacional de la
Vivienda, ya él tenía en la cabeza el problema de la vivienda y nos daba como
temas, conjuntos habitacionales.
Los cursos eran anuales, no semestrales como ahora.
I: Y Michelle, ¿cómo fue lo tuyo?
M: Yo entre en el año 98, medio
siglo después. Bueno en la
Ricardo Palma , universidad donde estudié, funciona con
talleres verticales con arquitectos jefes que dirigen un taller desde tercer
hasta decimo ciclo. Cada taller son pequeñas escuelas o formas de pensar la
arquitectura. Como jefes de estos 15 talleres parelelos, estaban por ejemplo: Juvenal
Baracco, Miguel Rodrigo Mazuré, René Poggione, José Canales, Oswaldo Velázquez
etc. Uno como estudiante podía ir cambiando de taller cada ciclo o quedarse en
el mismo. Yo probé los tres talleres que más me interesaban y finalmente
terminé haciendo más de la mitad de carrera en el taller del arquitecto Poggione.
I. Ahora enseñas arquitectura…
M: Cuando terminé la carrera,
René (Poggione) me llama para dar clases en taller. Estuve 3 años ahí, en los
que seguí aprendiendo arquitectura de él. Yo era docente pero seguía en
formación; bueno en realidad eso es lo mejor de la docencia y por eso sigo ahí,
es un intercambio constante. Ahora estoy dictando taller en la Universidad de Lima.
I: Es
una facultad relativamente nueva…
M: La Facultad de
Arquitectura de la Universidad de Lima también tiene el sistema de talleres
verticales. Me interesa este modo de enseñar la arquitectura porque podemos
armar, en equipo, una línea pedagógica coherente de la carrera, desde el inicio
hasta la tesis.
I: Usted
con tantos años de docente, ¿cómo ve la enseñanza actual?
M.A: Son otros tiempos, primero en la UNI , cuando la agrupación
Espacio entró, se cambiaron muchas cosas, hubo un cambio total. Así fue
evolucionando. Hasta que yo terminé habían dos corrientes: la corriente de los
orgánicos y la de los funcionalistas, en la primera los adeptos de Frank Lloyd Wright
y en la otra los de Le Corbusier. Los reconocías perfectamente y se juntaban
por grupo, fue un movimiento muy fuerte y los cursos cambiaron, entonces fue
que se armó la facultad, toda la juventud de aquella época, Agurto, Córdova,
Williams, entre otros, tiraron para adelante la Facultad.
A nosotros, la arquitectura de Le Corbusier nos parecía lo
máximo. Se hacía en Europa y acá, nosotros hemos vivido la transformación de la
arquitectura, era la arquitectura contemporánea de esa época.
M: Ahora ya no existen los grandes maestros, han cambiado
los tiempos; existen grandes modas.
M.A: Ahora hay una mirada hacia la arquitectura
internacional.
I: ¿Cómo se viven esos momentos importantes del país
dentro de la Universidad ?
En la arquitectura.
MA: Más adelante surgen en los talleres de diseño
tendencias arquitectónicas, estaba de profesor y coordinador de talleres en los
años setenta durante el gobierno de Velasco, se radicalizó, había grupos de
izquierda y de derecha. Los alumnos se inscribían libremente tanto en el grupo A
en lo tradicional y el grupo B por lo social. La mayoría de estudiantes se
inscribió en el grupo A.
M: ¿Como dos escuelas paralelas?
M.A: No, aunque habían posiciones distintas, por ejemplo
con nuestro grupo comenzamos a salir fuera de Lima, lo que hicimos fue viajar
con 40 alumnos a Ayabaca, a la sierra de Piura. Fuimos profesores y estudiantes
e hicimos un estudio de programación de necesidades y propuestas proyectuales. Nunca
los talleres habían salido y tenido un contacto coordinado directo con “el
cliente” población y autoridades.
I: Supongo
que se vivían épocas agitadas. La influencia de la agrupación Espacio, por
ejemplo, más identificada con los grupos de izquierda y por lo tanto con lo
social, habría dejado marcadas formas de pensar tanto en estudiantes como en
profesores ¿Ahí empezaron a cambiar los programas?
M.A: Ahí empezaron a ajustarse los programas. El hecho de
salir, participar con la población, que ella diera su opinión era como diseñar
juntos, trabajabas con ellos, decían qué es lo que necesitaban. Una referencia
fue el proyecto urbano Huaycán donde se
hizo una propuesta de reurbanización, siendo
alcalde de Lima Alfonso Barrantes, hicimos el proyecto con participación de los
pobladores, nos reuníamos y discutíamos lo que era la reurbanización, la
distribución de los lotes, los servicios comunales al interior de la manzana
conectados por una red interior de
calles peatonales. A la población se le capacitó para la autoconstrucción de
sus viviendas. La infraestructura urbana de agua, desagüe y electricidad se
resolvió con sistemas tecnológicos apropiados.
I: A ti
Michelle ¿No te ha tocado vivir con esa intensidad la arquitectura con visión
social?
M: No, porque la época ahora
es distinta. Si bien los talleres hacen un esfuerzo de salir de Lima y hacen
propuestas en realidades y geografías distintas a las de la capital, no me
parece que el enfoque sea social. Los talleres se centran en que, uno como
diseñador, tiene que responder de manera específica para cada realidad; cambia
el clima, los materiales, el espacio urbano, las costumbres, etc.
I: Ahora
las facultades de arquitectura se han dispersado increíblemente, haciendo ver a
la enseñanza (y no sólo de arquitectura) como un negocio, un boom
universitario. Tú has estudiado y eres docente en facultades privadas, ¿lo ves
así?
M: En ese sentido sí, todo
es más ligero, ninguna tiene una postura frente a los problemas reales que
tiene el Perú, en las tres facultades que he estado, se dan respuestas de
diseño arquitectónicas apropiadas o correctas pero no involucra más; no
involucra por ejemplo la comunidad. Hoy en día la formación es del arquitecto
diseñador al que le va llegar el encargo y el cliente ideal, mas no como un
gestor de proyectos que podrían abordar problemas de la ciudad o la comunidad.
I: Vienes
de esa formación, entonces ¿Cómo has abordado tus proyectos o trabajos?
M: Cuando terminas de
estudiar, dices: ¿y ahora qué hago? Uno no está entrenado como gestor de
proyectos; vas aprendiendo torpemente a enfrentar profesionalmente los trabajos
y la oficina. Tengo cuatro años haciendo arquitectura en Lima y en este difícil
andar por la profesión, si bien tomo pequeños encargos privados, apuesto siempre
por la investigación proyectual; es decir pensar cada proyecto, como una forma
de seguir enriqueciendo la producción, la ciudad y a uno mismo.
I: ¿Cómo ve el trabajo que viene
desarrollando Michelle?
M.A: Bueno, Michelle ha sido una buena alumna y es una buena
profesional. Es proactiva, está por todos lados.
M: Creo que los dos somos
proactivos pero de distinta manera, sobre todo por los tipos distintos de
proyectos en lo que hemos trabajado, antes habían grandes proyectos, ahora no
tanto.
Siempre mantuvo presente lo
mucho que falta por hacer en el Perú. Si
no fuera por las ideas de mi padre, el proyecto de Lecturas Urbanas(*),
por ejemplo, no existiría. Él enfatiza en todo lo que falta y podemos hacer en
Lima y yo en lo mucho que podemos aprender de la arquitectura que caracteriza
nuestra ciudad.
I: ¿No
han trabajado juntos?
M: Lo hemos intentado pero no, lo primero que hice fue
trabajar en su oficina, dibujando en Autocad. Y he aprendido mucho. Como ahora,
que debo tener una posición.
I: ¿Cómo
la que mencionó tu papá?
M.A: No hay otra
alternativa en un país como este.
M: Opino lo mismo.
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Proyecto UV en Moquegua / Centro Cívico de Lima (60's) Miguel Ángel Llona |
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Proyecto ganador Casa Urbana Eternit (2011) Michelle Llona |
Michelle Llona en el estudio de Miguel Ángel Llona y José García Bryce (Barranco, Lima) |
Michelle Llona en su estudio (Chorrillos, Lima) |
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(*)Publicación "Lecturas Urbanas" 1: Polvos Azules, 2: Agua Dulce Michelle Llona y Sandra Nakamura (2010) Lima, Perú |
Miguel Ángel Llona - Michelle Llona |
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