Por Israel Romero Alamo
Más de un año. Tanto se habían alborotado por un concurso-consuelo, que un buen numero armó un grupo digital desde donde asordaban con chillidos de grillos enfurecidos. Igualdad querían. La exigían.
Más de un año. Tanto se habían alborotado por un concurso-consuelo, que un buen numero armó un grupo digital desde donde asordaban con chillidos de grillos enfurecidos. Igualdad querían. La exigían.
Tanto se habían
indignado otros, que develaron un ademán redentor y formaron el club de los
padrinos mágicos: una veintena de boy
scouts que buscaban rescatar su profesión del empobrecimiento, del olvido,
de la irrelevancia.
¿Cómo podrían
hacer realidad tan titánico objetivo? Sencillo. Haciendo competencias de
verdad en las que se apretujarían unos con otros, y no con otros más. Claro está,
ellos eran los elegidos, no los demás. ¿Dónde? En reuniones a jardín
blindado y sin cruzar la calle. Nunca la habían cruzado, no tenían por qué, no
había necesidad.
Y ahora, que desde el
anonimato otro fantasmal y casi violento grupo ventila rarezas del interior del jardín, la cosa
se pone tensa. Pero ya nadie atina a decir nada... de los alborotados, nadie nunca lo hizo. Ni a
favor, ni en contra. Guardan silencio. Seguro no tienen qué decir. Seguro no es
el momento.
Desde su aparición
como enviados internacionales de quienes nunca se enteraron, los justicieros no han dicho nada
que no sea el anuncio de promesas que tampoco nadie les pidió. Nada que esboce
defensa o retire la nube que les da sombra. Seguro no tienen qué decir. Seguro
no vale la pena.
No quieran
desnudarlos, estimados, que a ellos no les importa. En su jardín, su pequeño y
ostentoso jardín, el mundo real no existe. Por eso es que todo lo que aterrice
allí será, por lógico e idealista funcionalismo, un malintencionado gas
lacrimógeno. Pobrecitos.
Amigos encapuchados,
entretengan los grillos de olla, que si quieren respuestas deben esperar. Solo esperar
al próximo evento internacional. No antes. Esas cosas son así. Se
cocinan a fuego lento. Ya verán cómo (re)aparece el nuevo paradigma con el que
se identificarán los varios puñados de mansos grillos. Verán que ahí saldrá el pavo real para que su público le rinda honores, para que vuelva a caer
rendido.
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