8 de junio de 2017

Sobre crítica y críticos - Elio Martuccelli

Prólogo al libro "Sobre la siempre incipiente y confusa crítica de arquitectura en el Perú" (2017) Israel Romero Alamo




Algunos años atrás, también a pedido de Israel Romero, escribí un comentario de su libro El Starchitect Peruano. Dicho libro se propuso analizar a los arquitectos que supuestamente ocupan la punta de la pirámide del éxito profesional en nuestro país. Escribir sobre colegas en actividad es siempre delicado y medir el éxito de cada uno aún más: fácilmente puede uno ganarse enemigos.

Los mencionados en aquel libro formarían parte de una especie de élite arquitectónica en el Perú, que provienen de los mismos centros académicos, son invitados a reconocidos eventos, aparecen frecuentemente en importantes publicaciones y comparten relaciones profesionales y sociales. Hago notar que la mirada a ese mundo, por parte de Romero, pretende ser ajena: este describe y analiza un grupo del que no forma parte. Por eso, la escritura de ese libro es distante y estratégica, como conviene en dichos casos.

Debería recordar que el arquitecto Israel Romero hizo sus estudios de pregrado en Chimbote y los de posgrado en Lima. He sido jurado de su tesis de maestría que ahora se convierte en libro: un libro sobre arquitectos que se han dedicado a escribir sobre arquitectura.

El día de su sustentación manifesté algunas dudas. Dije entonces que la crítica de arquitectura en el Perú en medios impresos parecía incipiente. La de hoy, en medios digitales, resulta confusa. Todo indica que le gustaron ambos adjetivos porque los ha usado como título.

Pero este libro no es la tesis. En la primera parte de su investigación académica, Romero realizó una extensa y ordenada reseña histórica de la crítica en el Perú. Bien pudo estar eso aquí, pero no lo ha querido así su autor y ha optado por un texto más breve. Muchas partes de la tesis han sido descartadas en esta versión.

Siendo un libro breve, confieso que lo he leído de corrido, lo que es una buena señal. Me ha parecido interesante, novedoso, sugerente y agudo. No es una historia de la crítica de arquitectura en el Perú. Es más bien una crítica de la crítica de arquitectura en el Perú.

Un comentario merece hacerse aquí. La crítica de cine, literatura y artes visuales está más desarrollada en nuestro país, por lo menos tiene más presencia en medios. Le cuesta a la arquitectura ser reconocida como manifestación cultural de la sociedad peruana. En la percepción general parece más ligada a factores técnicos y económicos, que también los tiene, por supuesto, pero no son los únicos. La arquitectura pocas veces, muy pocas, aparece en medios masivos de comunicación, el lugar donde la crítica arquitectónica debería crecer y desarrollarse.

En ese sentido, me quedo pensando en las propuestas que hay en este libro. Desde la advertencia (“contra el endiosamiento de la crítica”), se aboga para que el crítico baje de su pedestal. Ojalá se haga eso realidad: vuelvo a soñar con que algún día exista en el Perú una columna de arquitectura en un diario popular de costo mínimo.

También hay en el libro una clasificación de críticas, según su forma de ver el entorno y proponer acciones. Como todas las clasificaciones, es discutible. El autor propone grupos, ordenando la crítica como progresista, social radical y contingente. Con la progresista el autor se muestra bastante más duro que con las otras: en su momento, no creo que haya estado tan mal. Otros aparecemos como contingentes.

A lo largo del texto se señalan arquitectos vinculados a la crítica: Velarde, Harth Terré, Miró Quesada, Córdova, Cooper, Ortiz de Zevallos. Se mencionan diversas revistas: Espacio, Arquitextos y Arkinka, entre otras. En varias páginas se analiza cómo se gesta la crítica, como se produce, se distribuye y se consume. Eso se daba, hasta unos años atrás, exclusivamente en medios impresos. Ahora la situación ha cambiado.

En la selección final de textos (“veinticinco fragmentos de crítica”) Romero establece sus intereses y sus preferencias. Se nota la influencia en él de algunos arquitectos (a los que dedica el libro) y su pérdida de distancia frente a ellos. Hay también gustos del autor que entran en juego. En ese mismo sentido, ciertos comentarios sobre otros autores resultan un tanto gruesos y un tanto apresurados. Todo eso es parte de un texto que jamás evade la polémica, recordando antiguos debates y al mismo tiempo promoviendo nuevos.

El tema de la crítica en medios digitales ocupa una parte importante del libro. El entusiasmo de Romero frente a estas nuevas posibilidades es evidente. Por mi parte, de la crítica que se realiza en blogs y facebook aprecio esa especie de voz colectiva que surge más allá de los nombres ya consagrados, que habitualmente se repiten. Pero tengo dudas y sentimientos encontrados con el anonimato.

El anonimato protege al crítico que ha estado, por mucho tiempo, expuesto a las represalias: el anonimato es una estrategia para evitar la confrontación y finalmente la censura. Pero me resulta difícil aceptar que la crítica en medios digitales sea la “critica en estado puro”, que ese sea el espacio de la auténtica democracia. Habría que ver si es el espacio de la libertad de expresión o, como dice Umberto Eco, el espacio para los idiotas.

Lo cierto es que una nueva situación es la que permiten las plataformas 2.0. Por un lado, el anonimato. Por otro lado, poder opinar sin filtro: sin editor ni corrector. Me pregunto también si los blogs pueden transformar la realidad y mejorar el mundo: lo que uno encuentra en redes sociales parece más inclinado al entretenimiento, la burla y el insulto.

Como reflexión final de este prólogo, luego de leer primero la tesis y ahora el libro, me queda un comentario. Ya dijimos que a la incipiente crítica sobre arquitectura en medios impresos se suma ahora esta confusa crítica en medios digitales. Es decir, la crítica actual se da en un abanico cada vez más amplio de difusión, con características distintas.

Lo cierto es que Romero también ha promovido en los últimos años la crítica desde el anonimato. Grandes Éxitos de la Arquitectura Peruana parece su criatura más importante. Ojalá fuera verdad que en las redes se disuelven las diferencias regionales y el centralismo. En nuestra realidad, no ha pasado eso con la página mencionada, que ha seguido dando vueltas, básicamente, en torno al trabajo de algunos arquitectos de Lima. Lo que demuestra que no es tan fácil escapar a ciertos temas y personajes ya conocidos.

Hay que reconocer, además, que Romero se ha ganado varios pleitos haciendo críticas en las que no ha dudado poner su nombre y apellido. Por ese lado, valoro su capacidad para pasar de un frente a otro. Uno puede tener varios espacios donde ejercer la crítica. Unas son espontáneas, provocadoras y algo violentas. Otras son rigurosas y reflexivas.

Es mi opinión que la crítica puede tener una orientación didáctica, la posibilidad de abrir y proponer nuevas lecturas sobre el objeto arquitectónico o abordar grandes temas urbanos y territoriales. La crítica analiza, interpreta y valora. Puede ser apasionada, ejercerse a partir de determinada posición y desde un único punto de vista ampliar el horizonte. Y así, además, favorecer la discusión y la reflexión.

Es lo que este libro consigue. Por eso, si tuviera que hacer un balance de él, sería positivo. Porque es, antes que nada, original y arriesgado. Incluso muchos capítulos terminan con preguntas, que en realidad abren aún más el debate en cada caso.

Conozco al autor ya algunos años, desde que dirigía la revista La Chimenea, publicación impresa que luego se transformó en el blog del mismo nombre. Varias veces lo he leído y lo he escuchado afirmando que los males de la arquitectura peruana se deben a la existencia de una “argolla limeña”, una suerte de fuerza maléfica que todo lo abarca y todo controla. Si bien el centralismo y el colonialismo cultural son grandes males en el Perú, eso tiene matices.

Yo más bien veo, hace ya varias décadas, que hay diversidad de opciones en todo el país, en muchos ámbitos, lo que también incluye el ejercicio crítico. Que Israel Romero exista en el panorama actual de la arquitectura es una saludable muestra de lo que todos pueden hacer y lograr más allá de su lugar de nacimiento o la formación académica. Este es, felizmente, un Perú cada vez más diverso dentro de una época en la que hay más posibilidades de diluir barreras. Y la crítica arquitectónica puede contribuir en ese camino de generar cambios favorables en la sociedad.



Elio Martuccelli
Lima, abril de 2017.

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