Prólogo al libro "Sobre la siempre incipiente y confusa crítica de arquitectura en el Perú" (2017) Israel Romero Alamo
Algunos años atrás, también a pedido de Israel
Romero, escribí un comentario de su libro El Starchitect Peruano. Dicho libro
se propuso analizar a los arquitectos que supuestamente ocupan la punta de la
pirámide del éxito profesional en nuestro país. Escribir sobre colegas en
actividad es siempre delicado y medir el éxito de cada uno aún más: fácilmente
puede uno ganarse enemigos.
Los mencionados en aquel libro formarían parte
de una especie de élite arquitectónica en el Perú, que provienen de los mismos
centros académicos, son invitados a reconocidos eventos, aparecen
frecuentemente en importantes publicaciones y comparten relaciones
profesionales y sociales. Hago notar que
la mirada a ese mundo, por parte de Romero, pretende ser ajena: este describe
y analiza un grupo del que no forma parte. Por eso, la escritura de ese libro
es distante y estratégica, como conviene en dichos casos.
Debería recordar que el arquitecto Israel
Romero hizo sus estudios de pregrado en Chimbote y los de posgrado en Lima. He
sido jurado de su tesis de maestría que ahora se convierte en libro: un libro
sobre arquitectos que se han dedicado a escribir sobre arquitectura.
El día de su sustentación manifesté algunas
dudas. Dije entonces que la crítica de arquitectura en el Perú en medios
impresos parecía incipiente. La de hoy, en medios digitales, resulta confusa.
Todo indica que le gustaron ambos adjetivos porque los ha usado como título.
Pero este libro no es la tesis. En la primera
parte de su investigación académica, Romero realizó una extensa y ordenada
reseña histórica de la crítica en el Perú. Bien pudo estar eso aquí, pero no lo
ha querido así su autor y ha optado por un texto más breve. Muchas partes de la
tesis han sido descartadas en esta versión.
Siendo un libro breve, confieso que lo he leído
de corrido, lo que es una buena señal. Me ha parecido interesante, novedoso,
sugerente y agudo. No es una historia de la crítica de arquitectura en el Perú.
Es más bien una crítica de la crítica de arquitectura en el Perú.
Un comentario merece hacerse aquí. La crítica
de cine, literatura y artes visuales está más desarrollada en nuestro país,
por lo menos tiene más presencia en medios. Le cuesta a la arquitectura ser
reconocida como manifestación cultural de la sociedad peruana. En la percepción
general parece más ligada a factores técnicos y económicos, que también los
tiene, por supuesto, pero no son los únicos. La arquitectura pocas veces, muy
pocas, aparece en medios masivos de comunicación, el lugar donde la crítica
arquitectónica debería crecer y desarrollarse.
En ese sentido, me quedo pensando en las
propuestas que hay en este libro. Desde la advertencia (“contra el
endiosamiento de la crítica”), se aboga para que el crítico baje de su
pedestal. Ojalá se haga eso realidad: vuelvo a soñar con que algún día exista
en el Perú una columna de arquitectura en un diario popular de costo mínimo.
También hay en el libro una clasificación de
críticas, según su forma de ver el entorno y proponer acciones. Como todas
las clasificaciones, es discutible. El autor propone grupos, ordenando la
crítica como progresista, social radical y contingente. Con la progresista el
autor se muestra bastante más duro que con las otras: en su momento, no creo
que haya estado tan mal. Otros aparecemos como contingentes.
A lo largo del texto se señalan arquitectos
vinculados a la crítica: Velarde, Harth Terré, Miró Quesada, Córdova, Cooper,
Ortiz de Zevallos. Se mencionan diversas revistas: Espacio, Arquitextos y
Arkinka, entre otras. En varias páginas se analiza cómo se gesta la crítica,
como se produce, se distribuye y se consume. Eso se daba, hasta unos años
atrás, exclusivamente en medios impresos. Ahora la situación ha cambiado.
En la selección final de textos (“veinticinco
fragmentos de crítica”) Romero establece sus intereses y sus preferencias. Se
nota la influencia en él de algunos arquitectos (a los que dedica el libro) y
su pérdida de distancia frente a ellos. Hay también gustos del autor que entran
en juego. En ese mismo sentido, ciertos comentarios sobre otros autores
resultan un tanto gruesos y un tanto apresurados. Todo eso es parte de un
texto que jamás evade la polémica, recordando antiguos debates y al mismo
tiempo promoviendo nuevos.
El tema de la crítica en medios digitales ocupa
una parte importante del libro. El entusiasmo de Romero frente a estas nuevas
posibilidades es evidente. Por mi parte, de la crítica que se realiza en blogs
y facebook aprecio esa especie de voz colectiva que surge más allá de los
nombres ya consagrados, que habitualmente se repiten. Pero tengo dudas y
sentimientos encontrados con el anonimato.
El
anonimato protege al crítico que ha estado, por mucho tiempo, expuesto a las
represalias: el anonimato es una estrategia para evitar la confrontación y finalmente la
censura. Pero me resulta difícil aceptar
que la crítica en medios digitales sea la “critica en estado puro”, que ese sea
el espacio de la auténtica democracia. Habría que ver si es el espacio de la
libertad de expresión o, como dice Umberto Eco, el espacio para los idiotas.
Lo cierto es que una nueva situación es la que
permiten las plataformas 2.0. Por un lado, el anonimato. Por otro lado, poder
opinar sin filtro: sin editor ni corrector. Me pregunto también si los blogs
pueden transformar la realidad y mejorar el mundo: lo que uno encuentra en
redes sociales parece más inclinado al entretenimiento, la burla y el insulto.
Como reflexión final de este prólogo, luego de
leer primero la tesis y ahora el libro, me queda un comentario. Ya dijimos que a la incipiente crítica sobre
arquitectura en medios impresos se suma ahora esta confusa crítica en medios
digitales. Es decir, la crítica actual se da en un abanico cada vez más amplio
de difusión, con características distintas.
Lo cierto es que Romero también ha promovido en
los últimos años la crítica desde el anonimato. Grandes Éxitos de la
Arquitectura Peruana parece su criatura más importante. Ojalá fuera verdad que
en las redes se disuelven las diferencias regionales y el centralismo. En
nuestra realidad, no ha pasado eso con la página mencionada, que ha seguido
dando vueltas, básicamente, en torno al trabajo de algunos arquitectos de
Lima. Lo que demuestra que no es tan fácil escapar a ciertos temas y
personajes ya conocidos.
Hay que reconocer, además, que Romero se ha
ganado varios pleitos haciendo críticas en las que no ha dudado poner su nombre
y apellido. Por ese lado, valoro su capacidad para pasar de un frente a otro.
Uno puede tener varios espacios donde ejercer la crítica. Unas son
espontáneas, provocadoras y algo violentas. Otras son rigurosas y reflexivas.
Es mi opinión que la crítica puede tener una
orientación didáctica, la posibilidad de abrir y proponer nuevas lecturas sobre
el objeto arquitectónico o abordar grandes temas urbanos y territoriales. La
crítica analiza, interpreta y valora. Puede ser apasionada, ejercerse a partir
de determinada posición y desde un único punto de vista ampliar el horizonte. Y
así, además, favorecer la discusión y la reflexión.
Es lo que este libro consigue. Por eso, si
tuviera que hacer un balance de él, sería positivo. Porque es, antes que nada,
original y arriesgado. Incluso muchos capítulos terminan con preguntas, que
en realidad abren aún más el debate en cada caso.
Conozco al autor ya algunos años, desde que
dirigía la revista La Chimenea, publicación impresa que luego se transformó en
el blog del mismo nombre. Varias veces lo he leído y lo he escuchado afirmando
que los males de la arquitectura peruana se deben a la existencia de una
“argolla limeña”, una suerte de fuerza maléfica que todo lo abarca y todo
controla. Si bien el centralismo y el colonialismo cultural son grandes males
en el Perú, eso tiene matices.
Yo más bien veo, hace ya varias décadas, que hay diversidad de opciones en todo el país, en muchos ámbitos, lo que también incluye el ejercicio crítico. Que Israel Romero exista en el panorama actual de la arquitectura es una saludable muestra de lo que todos pueden hacer y lograr más allá de su lugar de nacimiento o la formación académica. Este es, felizmente, un Perú cada vez más diverso dentro de una época en la que hay más posibilidades de diluir barreras. Y la crítica arquitectónica puede contribuir en ese camino de generar cambios favorables en la sociedad.
Yo más bien veo, hace ya varias décadas, que hay diversidad de opciones en todo el país, en muchos ámbitos, lo que también incluye el ejercicio crítico. Que Israel Romero exista en el panorama actual de la arquitectura es una saludable muestra de lo que todos pueden hacer y lograr más allá de su lugar de nacimiento o la formación académica. Este es, felizmente, un Perú cada vez más diverso dentro de una época en la que hay más posibilidades de diluir barreras. Y la crítica arquitectónica puede contribuir en ese camino de generar cambios favorables en la sociedad.
Elio
Martuccelli
Lima,
abril de 2017.
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