22 de junio de 2014

Cuidado con el lobo que se viste de borrego…

Por Elgallinazo Desdesutanque

Fotografía: Nico Saieh (Archdaily)
En las últimas semanas se ha dado mucha difusión a un evento que sin duda es de gran importancia para los arquitectos. El mayor de ellos, y paradójicamente el menos voceado, es que se haya logrado que el Gobierno admita a la arquitectura entre las filas de lo que considera cultura. Sin embargo, esto tendrá que quedar como tema para otro debate. Aquí lo que quisiera tratar son tres temas que surgen a raíz de la difusión del acuerdo del Estado con la Bienal de Venecia por el derecho a un espacio en las próximas 10 bienales, es decir por los próximos 20 años.

Primero

Nadie dijo que fue fácil. Nadie dijo que es poca cosa lo logrado. Son rabos de paja, creo. De acuerdo, nadie les ha agradecido el esfuerzo, ni la iniciativa, pero ¿como hacerlo? ¿Qué espacio se dio para eso?

Además, en realidad, ya como que sobraba repetirlo: desde el primer anuncio periodístico del logro, prácticamente un 75% de lo escrito estaba dedicado a agradecer a los auspiciadores o a mencionarlos.

Se entiende que El Comercio esté auspiciando este evento y que quiera sacarle el mayor rédito posible. Es un negocio, no una institución caritativa. Por lo que es totalmente lógico que se mencione al auspiciador al inicio de la nota y se le agradezca; incluso es aceptable que se le vuelva a agradecer al final de la nota de manera sutil. Pero que 6 de 8 párrafos se dediquen a esto, pareciera ya un poco excesivo. Van 3 artículos en los que prácticamente lo único que hacen es echarles flores a los organizadores y auspiciadores (y entre estos darse palmaditas en la espalda sobre lo largo y difícil que ha sido el camino) y loar el gran beneficio que este evento supone para todo el país:

"Estoy muy contenta con esta segunda participación del Perú en la bienal porque es la primera vez que tenemos un espacio propio y esto se debe al esfuerzo conjunto del gobierno y de la empresa privada", afirma Magali Silva. "Por un lado, nosotros como sector de comercio del gobierno peruano, y del otro, la fundación Wiese y El Comercio".

Versus  las tres líneas sobre lo que esto representa:

"Es muy interesante porque trata de explicar la arquitectura y su influencia en los seres humanos a través del tiempo. Vemos cómo el ser humano construye y destruye porque es el artífice de sus propios cambios. No siempre para bien.”

Si nos contaran un poco más de lo que trata el evento, de su historia, del porqué ha sido importante en el tiempo, en lugar de contarnos que es un espacio rectangular que tiene 250 m2 y que está ubicado no sé dónde dentro del recinto de la Bienal, quedaríamos hasta más impresionados con lo que han logrado y con el generoso auspicio.

Hablan de que no se trata sólo de enseñarle al mundo el valor de la arquitectura peruana sino de “un plan nacional para llevarle al Perú en tiempo real las ideas del mundo entero”. ¡Venga! Estamos esperando. Hasta ahora no se lee nada sobre los ganadores y sus pabellones, ni de los pabellones más interesantes. Ni siquiera nada muy a fondo sobre el propio pabellón. Entonces, como dicen en inglés, pongan su dinero donde están sus palabras y dejen de hablar de lo que van a hacer y empiecen a hacerlo, porque la bienal es enorme y hay mucho espacio por recorrer.

La mayoría de los lectores no podemos ir a Venecia como tan gentilmente nos invita el arquitecto Orrego, pero justo para eso está el diario. Ya nosotros los lectores sacaremos nuestras conclusiones. ¿O es que eso es justamente lo que temen? ¿Por eso han puesto a uno que escribe de cine para contarnos lo que hay?

Segundo

El tema presentado es en esencia una pregunta.

“Esta modernidad híbrida ha acogido, fusionado y negociado con dos movimientos opuestos en su origen, el occidental y el local, lo cual se hace evidente en las múltiples fisuras, tensiones y particularidades presentes en todas sus expresiones culturales. Esta exposición revisa el proceso de absorción de la modernidad en el Perú, en la cual dos mundos aparentemente opuestos se han integrado en la arquitectura y en la ciudad. Igualmente, a través de este repaso, la exposición busca revalorar un proceso único de modernización que va de “arriba hacia abajo” y de “abajo hacia arriba”, y plantea la pregunta de cómo la arquitectura va a responder y construir la ciudad durante el próximo siglo”.                  

Es una pregunta valida: ¿Cómo vamos a construir una ciudad con arquitectos que consideran la cultura de la mayoría de habitantes OPUESTA a la suya?

Nótese que en las líneas siguientes a ‘opuestos’ inserta ‘aparentemente’ antes de ‘opuestos’. Ese vaivén también da que pensar.

¿Cómo vamos a construir ciudad con arquitectos (que a su vez forman más arquitectos) que desde este lado del papel/pantalla pareciera que son los que se resisten justamente a esa ‘modernidad hibrida’? Si añoran, enseñan y enaltecen esa modernidad ‘pura’ de sus publicaciones y de sus mentores.

¿Cómo vamos a construir —en plural, es decir, en conjunto— alguna cosa si se considera todo lo que trae implícito, un proceso "de arriba hacia abajo" y viceversa? ¿Cómo?

Muy fácil, a su alrededor, por sus costados, por encima, por debajo. Sin esos arquitectos, la ciudad ya se está construyendo, se ha estado construyendo y lo continuará haciendo. Quizá sería bueno que ellos salgan de su zona de confort.

Si de verdad vamos a traer el mundo al Perú a través de las bienales, haríamos bien en revisar el proyecto ganador de El León de Oro de la Bienal de Venecia del 2012. Fue otorgado al proyecto Torre David en apreciación de que los arquitectos prestaron atención a la ‘potencia’ de lo que la ciudadanía está logrando e inventando como ‘constructores’ de ciudad, sin arquitectos. (Y no, no teman, NO es un llamado a validar las invasiones, para nada, todo lo contrario).

Tercero

Es una alegría que el arquitecto Orrego finalmente decidiera ser completamente transparente: “La bienal es el gran pretexto para un plan mayor… Hoy en día en el Perú tenemos una institución formada por arquitectos que quieren cambiar las cosas, que es la Asociación Peruana de Oficinas de Arquitectura…”

Entonces, jóvenes arquitectos, si no tienen oficina, corran a formar una o no serán admitidos a esos espacios de discusión. Pero hay que tener en cuenta que este espacio para arquitectos que quieren cambiar las cosas debe tener límites ¿no? No todos podemos ser iguales. En este caso aplica lo que escribió Orwell alguna vez: “algunos animales son más iguales que otros”.  
A los demás arquitectos nos preocupa que nos estén haciendo campaña. Lo que no está claro es campaña para qué cosa. A los arquitectos jóvenes (y a algunos con más de 10 años) nos preocupa que se le quiera decir otra vez a la ciudadanía cómo debe ser la ciudad. A los demás arquitectos nos preocupa que los únicos que no han absorbido la modernidad sean los que pretenden hacérnosla absorber al resto.    

1 comentario:

Gaiano Pedro dijo...

Dura realidad. Pero por algo se empieza . Quedo por lo menos mas reconfortado , que esta iniciativa haya dado resultado, por lo menos esta discusion , de como deba ser la ciudad y quien deba hacerla.
Para esta ciudad fragmentada , uno debe de buscar al fondo , nuevamente en lo basico , donde todos aun somos iguales.
Disculpen los errores.