Fotografía: Nico Saieh (Archdaily) |
En las últimas semanas se ha dado mucha difusión a un
evento que sin duda es de gran importancia para los arquitectos. El mayor de
ellos, y paradójicamente el menos voceado, es que se haya logrado que el Gobierno
admita a la arquitectura entre las filas de lo que considera cultura. Sin
embargo, esto tendrá que quedar como tema para otro debate. Aquí lo que quisiera
tratar son tres temas que surgen a raíz de la difusión del acuerdo del Estado
con la Bienal de Venecia por el derecho a un espacio en las próximas 10
bienales, es decir por los próximos 20 años.
Primero
Nadie dijo que fue fácil. Nadie dijo que es poca cosa
lo logrado. Son rabos de paja, creo. De acuerdo, nadie les ha agradecido el
esfuerzo, ni la iniciativa, pero ¿como hacerlo? ¿Qué espacio se dio para eso?
Además, en realidad, ya como que sobraba repetirlo: desde
el primer anuncio periodístico del logro, prácticamente un 75% de lo escrito
estaba dedicado a agradecer a los auspiciadores o a mencionarlos.
Se entiende que El Comercio esté auspiciando este
evento y que quiera sacarle el mayor rédito posible. Es un negocio, no una
institución caritativa. Por lo que es totalmente lógico que se mencione al auspiciador
al inicio de la nota y se le agradezca; incluso es aceptable que se le vuelva a
agradecer al final de la nota de manera sutil. Pero que 6 de 8 párrafos se
dediquen a esto, pareciera ya un poco excesivo. Van 3 artículos en los que
prácticamente lo único que hacen es echarles flores a los organizadores y
auspiciadores (y entre estos darse palmaditas en la espalda sobre lo largo y difícil
que ha sido el camino) y loar el gran beneficio que este evento supone para
todo el país:
"Estoy
muy contenta con esta segunda participación del Perú en la bienal porque es la
primera vez que tenemos un espacio propio y esto se debe al esfuerzo conjunto
del gobierno y de la empresa privada", afirma Magali Silva. "Por un
lado, nosotros como sector de comercio del gobierno peruano, y del otro, la
fundación Wiese y El Comercio".
Versus las tres
líneas sobre lo que esto representa:
"Es
muy interesante porque trata de explicar la arquitectura y su influencia en los
seres humanos a través del tiempo. Vemos cómo el ser humano construye y
destruye porque es el artífice de sus propios cambios. No siempre para bien.”
Si nos contaran un poco más de lo que trata el evento,
de su historia, del porqué ha sido importante en el tiempo, en lugar de contarnos
que es un espacio rectangular que tiene 250 m2 y que está ubicado no sé dónde
dentro del recinto de la Bienal, quedaríamos hasta más impresionados con lo que
han logrado y con el generoso auspicio.
Hablan de que no se trata sólo de enseñarle al mundo
el valor de la arquitectura peruana sino de “un plan nacional para llevarle al Perú
en tiempo real las ideas del mundo entero”. ¡Venga! Estamos esperando. Hasta
ahora no se lee nada sobre los ganadores y sus pabellones, ni de los pabellones
más interesantes. Ni siquiera nada muy a fondo sobre el propio pabellón.
Entonces, como dicen en inglés, pongan su dinero donde están sus palabras y
dejen de hablar de lo que van a hacer y empiecen a hacerlo, porque la bienal es
enorme y hay mucho espacio por recorrer.
La mayoría de los lectores no podemos ir a Venecia
como tan gentilmente nos invita el arquitecto Orrego, pero justo para eso está
el diario. Ya nosotros los lectores sacaremos nuestras conclusiones. ¿O es que
eso es justamente lo que temen? ¿Por eso han puesto a uno que escribe de cine
para contarnos lo que hay?
Segundo
El tema
presentado es en esencia una pregunta.
“Esta modernidad híbrida ha acogido,
fusionado y negociado con dos movimientos opuestos en su origen, el occidental
y el local, lo cual se hace evidente en las múltiples fisuras, tensiones y
particularidades presentes en todas sus expresiones culturales. Esta exposición
revisa el proceso de absorción de la modernidad en el Perú, en la cual dos
mundos aparentemente opuestos se han integrado en la arquitectura y en la ciudad.
Igualmente, a través de este repaso, la exposición busca revalorar un proceso
único de modernización que va de “arriba hacia abajo” y de “abajo hacia
arriba”, y plantea la pregunta de cómo la arquitectura va a responder y
construir la ciudad durante el próximo siglo”.
Es una pregunta
valida: ¿Cómo vamos a construir una ciudad con arquitectos que consideran la
cultura de la mayoría de habitantes OPUESTA a la suya?
Nótese que en
las líneas siguientes a ‘opuestos’ inserta ‘aparentemente’ antes de ‘opuestos’.
Ese vaivén también da que pensar.
¿Cómo vamos a
construir ciudad con arquitectos (que a su vez forman más arquitectos) que desde
este lado del papel/pantalla pareciera que son los que se resisten justamente a
esa ‘modernidad hibrida’? Si añoran, enseñan y enaltecen esa modernidad ‘pura’
de sus publicaciones y de sus mentores.
¿Cómo vamos a
construir —en plural, es decir, en conjunto— alguna cosa si se considera todo
lo que trae implícito, un proceso "de arriba hacia abajo" y viceversa? ¿Cómo?
Muy fácil, a su
alrededor, por sus costados, por encima, por debajo. Sin esos arquitectos, la ciudad
ya se está construyendo, se ha estado construyendo y lo continuará haciendo.
Quizá sería bueno que ellos salgan de su zona de confort.
Si de verdad
vamos a traer el mundo al Perú a través de las bienales, haríamos bien en
revisar el proyecto ganador de El León de Oro de la Bienal de Venecia del 2012.
Fue otorgado al proyecto Torre David en apreciación de que los arquitectos
prestaron atención a la ‘potencia’ de lo que la ciudadanía está logrando e
inventando como ‘constructores’ de ciudad, sin arquitectos. (Y no, no teman, NO
es un llamado a validar las invasiones, para nada, todo lo contrario).
Tercero
Es una alegría que el arquitecto Orrego finalmente
decidiera ser completamente transparente: “La bienal es el gran pretexto para
un plan mayor… Hoy en día en el Perú tenemos una institución formada por
arquitectos que quieren cambiar las cosas, que es la Asociación Peruana de
Oficinas de Arquitectura…”
Entonces,
jóvenes arquitectos, si no tienen oficina, corran a formar una o no serán
admitidos a esos espacios de discusión. Pero hay que tener en cuenta que este
espacio para arquitectos que quieren cambiar las cosas debe tener límites ¿no? No todos podemos
ser iguales. En este caso aplica lo que escribió Orwell alguna vez: “algunos animales
son más iguales que otros”.
A los demás arquitectos nos preocupa que nos estén
haciendo campaña. Lo que no está claro es campaña para qué cosa. A los
arquitectos jóvenes (y a algunos con más de 10 años) nos preocupa que se le
quiera decir otra vez a la ciudadanía cómo debe ser la ciudad. A los demás arquitectos
nos preocupa que los únicos que no han absorbido la modernidad sean los que
pretenden hacérnosla absorber al resto.
1 comentario:
Dura realidad. Pero por algo se empieza . Quedo por lo menos mas reconfortado , que esta iniciativa haya dado resultado, por lo menos esta discusion , de como deba ser la ciudad y quien deba hacerla.
Para esta ciudad fragmentada , uno debe de buscar al fondo , nuevamente en lo basico , donde todos aun somos iguales.
Disculpen los errores.
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