24 de noviembre de 2014

Finalistas de los Premios Goldenberry



Nota de La Chimenea:

Nos animamos y accedimos a publicar los resultados de los Premios Goldenberry porque compartimos la causa. Creemos que la crítica (sea literaria, artística, arquitectónica, o cualquier otra) es necesaria e indispensable en un medio como el peruano; y esto es lo que la página de Facebook, Grandes éxitos de la Arquitectura Peruana (GE), de alguna forma, está haciendo. No es el hecho aislado de esta página, sino de todo lo que en el ambiente se viene sintiendo.

La actitud crítica es lo que nos permitirá salir del marasmo en el que estamos placidamente asentados. Probablemente la manera de operar de GE no es la idónea o la que se esperaría de un grupo de arquitectos que quieren hacer crítica "seria". Pero luego de tantos años de aletargamiento, hipocresías y automatismo, es casi natural que la crítica resurja de esta manera: con mucha energía, abrupta y golpista. No la estigmatizamos como una banalidad, ni la celebramos como un hecho consumado; la apoyamos como algo que expresa un sentir colectivo, un primer paso que vuelve a nacer y que esperamos, por el bien de nuestras ciudades y de quienes las habitamos, evolucione y madure tan denunciante como autocrítica.


Anuncio del evento. Fuente: cuenta de Facebook de GE

Escribe GE:

Los Premios Goldenberry son la Bienal de la anti-arquitectura, organizada por la página Grandes Éxitos de la Arquitectura Peruana. Esta Bienal se desarrolla en la web y de forma paralela a la Bienal ‘Oficial’: la XVI Bienal de Arquitectura Peruana, con el fin de incentivar la crítica arquitectónica, cualidad carente en la arquitectura del Perú de hoy.

La votación nació por la postulación previa y anónima de obras, proyectos o hechos por parte de terceros, usuarios del Facebook. Se reunieron 45 postulados, de los cuales 33 fueron mostrados y propuestos a votación según las categorías dadas: Vivienda, Comercio, Institucional, Proyecto no ejecutado y Espacio Público, como categorías ‘base’ de las que saldría el ganador del ‘Aguaymanto de Oro’, y otras 6 secundarias.

Los doce más votados, en general, serían sometidos a la evaluación de un jurado especializado que, justificando su decisión, reduciría la lista a un número mínimo para que el público usuario del Facebook pueda elegir al ganador.

Los doce semifinalistas, por orden de categorías, fueron:

1. Casa Palabritas  – José Orrego
2. Casa Verónica – Luis Longhi
3. Ministerio de Educación – Alfonso De la Piedra
4. Aulario URP – Enrique Bonilla y Juvenal Baracco
5. Plaza Manco Capac – Enrique Ciriani
6. Edificio Omega – José Orrego
7. Remodelación BCP – V. Oid
8. Teatro Nacional – Alfonso De la Piedra
9. Edificio Grau – Javier Artadi
10. Instituto del Niño – José Bentín
11. Proyecto puente peatonal Miraflores – OOIIO Architecture
12. Proyecto campus UTEC – Javier Artadi

El jurado compuesto por tres arquitectos (Augusto Ortiz de Zevallos, José Beingolea Del Carpio y Javier Vera Cubas) dio su apreciación y seleccionó, dentro de las doce obras o proyectos, a los que consideraban merecedores del ‘Aguaymanto de Oro’, el máximo galardón de los Premios Goldenberry.

Con ustedes, el veredicto del jurado:


Escribe JAVIER VERA CUBAS

“Grandes éxitos de la Arquitectura Peruana” ha traído a nuestro medio el humor inteligente y la crítica ácida y directa que hacía falta. Ocultos tras la pantalla todos nos convertimos en críticos, empezamos a reírnos de nosotros mismos y también a indignarnos. Por algo se empieza.

Don Héctor Velarde me pide a través del ‘feis’ que sea jurado de los “Premios Goldenberry”. Longhi habla con los muertos, y yo estoy chateando con uno, así que acepto de inmediato.

Entre los finalistas observo no solo lo que se ha hecho, sino también lo que se dice que se ha hecho, lo que se pretendía lograr y lo que se vende. Mi selección final no tiene orden de (des)mérito. Son 5 obras que en conjunto intentan retratar las miserias de nuestro mundito arquitectónico. Quizás no sean en sí mismas lo peor, pero sí lo representan.

Fallo:
Casa Palabritas – José Orrego (ver obra)

Las pretendidas referencias a la arquitectura brasileña (curva = Niemeyer) y al cine de Kubrick (acentos rojos = El Resplandor o 2001) se quedan en una continuidad de las búsquedas proyectuales de Bembos, cadena que le da de comer a Metrópolis en su incesante búsqueda de éxito comercial.

No puedo imaginar personas habitando estas casas de playa tan mírame-pero-no-me-toques, símbolos internacionales de la arquitectura peruana. La web de esta ‘ofi’ reza: “Nuestro compromiso es brindar un gran diseño que ayude a mejorar la condición humana”, pero esta pobre familia está inhumanamente condicionada a usar solo individuales rojos, toallas rojas y calzones rojos. Bien por ellos, su cosa es más bonita que la del vecino.

Ministerio de Educación – Alfonso De la Piedra (ver obra)

Esta mala copia de un edificio mexicano del 75 plantea que la Educación se representa con una pila de libros gigante (aunque cerrados y tirados en la calle). La metáfora se convierte en ironía al ver las pésimas condiciones en que se encuentra su vecino inmediato, el colegio 7083, donde enseñan a los niños a no copiar.

El mojón es figureti (se ve de todas partes), falso (parece una maqueta), aislado (no tiene nada que ver con el resto del conjunto arquitectónico ni con su entorno), y triste (gris como los uniformes escolares). Gran retrato de lo que produce nuestra pésima Educación.

Remodelación BCP – V. Oid (ver obra)

Una muestra del travestismo que vienen sufriendo muchos edificios de la zona financiera (lo del BBVA de Smirnoff es un atentado).

“900 m2 de estructura led. Para accionar el movimiento de las luces es necesario que los transeúntes efectúen movimientos con sus manos sobre la pantalla táctil al frente de la torre, los cuales se reflejarán en la portada en una trama tridimensional”. Puro espectáculo que devela lo que es un banco: una fachada que engatusa a ciudadanos entendidos como consumistas.

VOID escribe que con esto plantean una reconciliación con la ciudad, una nueva vida urbana en Lima. El gerente anuncia un regalo para todos nosotros, para que podamos expresarnos. Me río ¡Descarados!

Teatro Nacional – Alfonso De la Piedra (ver obra)

Arquitectura al “servicio” del poder político. Alan quería un edificio que lo represente, y lo logró: trafa en el proceso, exageración en las formas, ego colosal hasta niveles irrisorios. Lo hizo su amigo de la Piedra (otra vez), robándole el concurso al joven ganador Bernardo Aguilar. El teatro por dentro es tan falso como por fuera. Un horror ético y estético.

Al pasar por este “eje cultural” (la estación del Tren eléctrico también es una copia, de un edificio de Koolhaas), esta cosa que chilla el lado del excelente Museo de la Nación nos obliga a preguntarnos ¿qué la pasó al Perú en los últimos 40 años? Duele.

Proyecto campus UTEC – Javier Artadi (ver proyecto)

La universidad peruana es una muralla. Una que te protege dentro de un “mundo feliz” (algunas privadas), una con la que te estrellas de cara (algunas públicas) o que te encierra en la ignorancia (muchas de las nuevas privadas). Pero la arquitectura debería combatir estos problemas, no hacerles una alegoría como la de Artadi, quien hace un murazo blanco para imponer su objeto a toda la ciudad, y porque a él le gusta. El otro volumen tiene rombos, entonces es precolombino. Esa lógica banal trata de imponer el minimalismo a una sociedad barroca y colorida.

Lo triste es que el ganador del concurso, que se está construyendo, es otro monstruo. Pobre Barranco. Primero el Metropolitano, y ahora esto.


Escribe JOSÉ BEINGOLEA DEL CARPIO

La iniciativa es meritoria y la causa encomiable: reconocer a quienes se esfuerzan de distintas maneras por hacer desacertados proyectos no podía pasar inadvertido en un medio tan entusiasmado por la crítica y pródigo en reconocimientos y sinceros homenajes.

Las habilidades para proyectar edificios malos no abundan, no todos estamos dotados para hacer edificios desubicados, confundidos, bizarros, ridículos... en fin, los adjetivos podrían continuar. Por eso es encomiable premiar a quienes poseen las habilidades para conseguir semejantes resultados. A algunos “les sale natural”, a otros “les liga”, a otros “se les escapa”, lo meritorio es que lo consigan. Algunos lo hacen con solemnidad, otros lo hacen juguetonamente, mientras algunos prefieren el guiño, cuestión de estilos.

Agradezco la invitación a participar en la selección final, advierto que no es tarea fácil, la competencia está reñida y es necesario desplegar las “habilidades múltiples”, tan en boga hoy en día.

Fallo:
Entre los seleccionados puestos a nuestra consideración creo que hay distintos grupos, algunos de ellos no convencen, no alcanzan el exclusivo nivel del desacierto total. Creo que entre ellos se distinguen y se sitúan a cierta distancia tres edificios.

El Teatro nacional  – Alfonso De la Piedra

Este edificio tiene varios atributos difíciles de reunir simultáneamente. Siendo un teatro, esta “mal actuado”, simplemente porque “olvidó su diálogo”. Estando en un importante espacio público, lo ignora. Siendo un importante edificio público, no lo expresa, a pesar de todo el high tech que pudo tener (lo cual genera un agravante).

Y para remate, nadie sabe como apareció el proyectista en esta “puesta en escena”. Conociendo sus antecedentes, este edificio parece un “producto natural” de su autor, esta vez lo hizo en “clave solemne”.

Edificio Omega  – José Orrego (ver obra)

Hay un refrán popular que reza “el que nace panzón... aunque lo fajen”. Varios edificios anteriores (y algunos posteriores), forman parte de esta serie inspirada por el espíritu lúdico de su proyectista, que delatan que eso “ya lo tenía en la sangre”, de nada sirvió que “lo fajaran” para sus obras iniciales. Sus referentes están en la arquitectura pop, la arquitectura artefacto, presente en nuestra arquitectura doméstica post ‘70, sería un antecedente. El gran merito de este proyecto es haberse monumentalizado, saltando burlonamente escalas. Por lo demás, reproduce esa habitual contraposición entre el marcial y frío pragmatismo del significado, con la juguetona expresión del significante. Aquí el producto “le salió natural” al lúdico proyectista.  

Ministerio de Educación – Alfonso De la Piedra

Uno de los categóricos aciertos de este edificio es haber interpretado magistralmente el significado que para nuestra sociedad política tiene la Educación: es apariencia, no esencia, es repetidora, no innovadora. Arrinconado en una anónima esquina, el edificio no consigue ser absolutamente nada, lo cual no es nada fácil de conseguir.

Al final,  esta ruma de libros parece que “se le escapó” al proyectista, quiso hacer un guiño, pero nadie lo miró.


Escribe AUGUSTO ORTIZ DE ZEVALLOS

Algunas reflexiones previas:

Un grupo de convocatoria joven organiza, con algún humor e inteligente sarcasmo, este debate, que es una forma fina de crítica arquitectónica, eso que hay tan poco y se entiende tan mal. Cuando, por no haberla, tenemos confusiones graves sobre qué arquitectura importa, vale y propone, en El Perú, y en Lima. Y cuál no. Así esta última clase de obra esté, entre nosotros, omnipresente, reiterada y redundante.

Además, aunque por eso se me armen más líos, me honra que me inviten, en buena compañía, a ser parte de estos (digamos así) comentaristas, ya que no somos jurados, porque esta colección está hecha en base a votos, y lo que nos toca es una reflexión ex-post, sobre lo elegido por mayorías.

Y ni puedo ni debo ni quiero negarme, porque cuando yo, además de diseñar, hacía crítica y la publicaba regularmente (en Oiga, Caretas, Debate, el Dominical de Cartucho Miró Quesada, Caretas, Sí...) desde los 70 en adelante, hasta me iniciaron procesos, que fueron desestimados, en el CAP, como si hacerla fuese desleal. Como si ser arquitecto fuese sinónimo de estar mudo y de consumir lo que nos echen como menú. En una evidentísima contradicción. Como si los profesores, para enseñar, no hiciésemos eso: crítica, siempre.

Felicito al grupo y a su abundante asamblea virtual. Ojalá este periodismo en las redes y debates como éste, cuya ironía evidencia un gran descontento con presuntos liderazgos y presuntas calidades, reemplace el pobre y comercial periodismo impreso y televisivo que cuando lo hay elude ideas para monologar en una jerga de arquitectos que no llama las cosas por su nombre y nos propone diseñar burbujas. Y llamar a eso Arquitectura.

Dicho lo cual, hago mis anotaciones, según las reglas que he recibido, sobre mi interpretación de por qué creo que se debe haber votado y elegido estos proyectos y obras.

Fallo:
Ministerio de Educación – Alfonso De la Piedra

En primer lugar porque cita otro ajeno y anterior, y lo hace literalmente, sin reconocerlo. Esa ruma de libros está hace mucho tiempo en México, así que volver esa transcripción un edificio tan emblemático como nuestro Ministerio de Educación, para reemplazar el de Seoane (que evoca lo Brasileño, sin engaños), es varias veces objetable. Primero, por esa deuda impaga. Segundo, porque esa metáfora prestada y fácil, libros=educación, es un cliché. Y tercero porque además es muy inapropiada al Perú, donde hubo milenios de cultura antes de que llegasen los libros con la Conquista. Metáfora copiada, tópica y sin pertenencia, entonces.

Proyecto campus UTEC – Javier Artadi

Asombran el "autismo" y la suficiencia con que se propone un artefacto al que no le importa ni dónde está, ni cuál es su tema y naturaleza, ni qué vida interior va a ofrecer a miles de usuarios. No es cualquier lugar: la puerta de Barranco y una bajada hacia el mar en una de las quebradas de Lima. Y no es cualquier tema. Pues adentro de ese prisma absolutista y blanco refulgente habría habido toda una comunidad universitaria, un tema plural, múltiple y cuyos usuarios lo padecerían años y vidas enteras. Y no hay cómo valorar bien esto de ponerle un dique, una tapa, un muro, a la ciudad. ¿Para qué? Para repetir recetas personales, marcas, signos de identidad... Un "less is more" donde menos es menos. Banal, reductivo, fácil, equivocado.

Una universidad y un lugar deben ser interpretados y expresados, no subordinarse a caprichos y sobre-simplificaciones (en este y en otro caso elegido). Y el paisaje urbano y geográfico importa, no son tablas rasas. Mala suerte arquitectónica la de este Campus, cuyo concurso equivocó casi todo. Y le impone a la ciudad algo desmedido, invasor y de muy baja calidad.

Edificio Omega – José Orrego

Es uno de una larga serie, pues abundan homólogos propios y ajenos, con una sola y misma receta. Prismas acristalados a los que, para distinguirlos, porque se parecen mucho, se les marca como si fueran ganado. Con etiquetas de grafismo. Convirtiéndolos así en letreros. Los ‘fotochecks’ que se les otorga así tienen el grave defecto de que no miden un pasaporte sino un edificio. O varios (en dos casos, universitarios). Y además este tiene un aire de ‘gadget’, pero también de otra escala, de algo de bolsillo, de artefacto utilitario. Transposiciones de escala, mal manejadas. Y esa manía malentendida y muy despistada del edificio "de imagen corporativa", impuesta por publicistas de baja inteligencia.

Corporación no es lo mismo que etiqueta publicitaria, que ‘kitsch’ involuntario, que disfraz, que envolver edificios en papel de regalo.

Casa Verónica – Luis Longhi (ver obra)

Sobre-actuar y dramatizar lo doméstico, lo familiar. Monumentalizar la anécdota, con un expresionismo desbordado, teñido de retórica de no pocas pretensiones. Exhibicionismo, desmesura, desproporción. La proporción es esencial en la buena arquitectura. Manejar los temas y medir los lenguajes. Saber qué importa, cuándo, dónde. Y qué no.

Habrían más temas y comentarios que hacer, pero allí lo dejo. Casos de sorprendente pobreza de propuesta, y errores graves, quizá por malentendidos a control remoto, desarmando la naturaleza y la lógica de espacios públicos y de edificios públicos, y privados, que deberían hacer espacio público, hacer ciudad. Y que prefieren renunciar a afrontar retos, temas, lugares... que es de lo que debería tratar un proyecto. Para dedicarse a fabricar "productos", en veta comercial y de "marketing", buscando el éxito, la notoriedad, señalarse, destacar.

Hay claramente una crisis. Extravíos, frivolidad, pérdida de calidad y de contenidos. Demasiada arquitectura cosmética. Mitos, falsos valores, banalidad, mediocridad en cómo se entiende la arquitectura. Despistes graves, estéticos y éticos. Irrelevancia.

En nuestras ciudades y nuestro país, que están poblados de nuevas interrogantes, retos y requerimientos. Eso que la arquitectura que importa, aquella por la cual pasa la línea de la historia, siempre afrontó y no escabulló. Interrogantes y agenda que se trataría de responder y no de eludir.


FINALISTAS (por cantidad de votos del jurado):

Ministerio de Educación (3 votos)      

Ministerio de Educación. Foto: Javier Vera

Teatro Nacional (2 votos)

Teatro Nacional

Edificio Omega (2 votos)

Edificio Omega

Proyecto campus UTEC (2 votos)

Proyecto campus UTEC

2 comentarios:

Anónimo dijo...


Interesantes comentarios, pero faltan las criticas del resto de los 12 finalistas. EL Teatro Nacional a mi juicio es el favorito, quedó tercero en el Concurso pero De la Piedra usó sus malas artes para arrebatar el primer lugar y es horrible, por dentro y por fuera. A Beingolea no se le conoce por diseñador arquitectónico sino historiador y leer sus "criticas" suenan tan falsas como envidiosas, finalmente el estilo de AOZ es inconfundible. Muy cierto en sus comentarios pero con mucha suerte de haber sido jurado sino muchas de sus obras estarian candidateando para el premio...

jose-lima dijo...

Tengo entendido que hay críticos que, siendo arquitectos sólo se dedican a escribir. El más famoso es Kenneth Frampton, por su testimonio sólo tiene una obra proyectada, pero el resto de su existencia la dedicó a escribir, y muy bien sobre historia de la arquitectura. Que la crítica sea tomada como palabra envidiosa, creo que es falso, por su significado criticar es mostrar los alcances y límites de una acción o idea, en el Perú hacer crítica de arquitectura es raro, y felicito esta iniciativa por parte de esta revista para discutir al menos un poco sobre arquitectura.