Por
José Acaro *
Somos testigos de un
malentendido generalizado. Hemos entendido continuamente la obra proyectada e
ideada como resultado de una voluntad creativa genuina. Esto es entendible
desde afuera de la arquitectura o cualquier realización con intenciones puramente artísticas, pero si ese no es el caso, si realmente vivimos en el medio,
deberíamos superar esta ilusión.
El objeto no es el punto
culminante de una voluntad autogenerada. El acto de creación del objeto
artístico o arquitectónico es una reinterpretación, una postura, una crítica a
una visión captada anteriormente, sea cual sea el caso. El malentendido suscita
cuando extraemos el resultado de todo el proceso anterior o comparativo y nos
dedicamos a emitir un juicio de valor sin contextualizarlo de ningún modo.
Ejemplificando esto
podríamos hablar del Museo Guggenheim de Bilbao. Este museo causó un increíble
revuelo a nivel internacional. Se habló mucho de las consecuencias del museo.
El éxito de esta obra muchas veces se ha considerado y sigue siendo considerado
como el causal de la regeneración urbana en Bilbao, nada más lejano de la
realidad. La regeneración urbana se debe a un plan integrado en donde uno de
sus proyectos se dio con bastante éxito. Esta diferenciación debería
ilustrarnos de cómo saber ubicar el proyecto dentro de un contexto más complejo
e integral.
Del mismo modo, la creación
arquitectónica no se explica a partir de una generación espontánea. Jean Pierre
Crousse hace una revisión de estrategias cirianianas
diferenciándose a partir de ciertos puntos que no abordaremos. De la misma
manera Javier Artadi parte de la abstracción ideal de Campo Baeza reconociendo
otras variables específicas y de su propia interpretación. Estos dos ejemplos
hablan sobre arquitectos que explican su proceso en relación a consideraciones
que podríamos explicar cómo estratégicas.
Pero el mito de la
originalidad debería ser ilustrado por un ejemplo que ha sido constantemente
malinterpretado. Luis Longhi ha venido haciendo constantes críticas, si bien no
se lee rápidamente de ese modo. Su trabajo aparentemente espontáneo es en sí
una visión de una preexistencia, es decir, es una crítica. Constantemente habla
sobre su relación con los materiales y con las formas prehispánicas, esto nos
hace pensar en esta relación comparativa que muchas veces es eludida en los
juicios inmediatos.
El valor de un objeto arquitectónico
debe ligarse a su contextualización tanto diacrónica como sincrónica. La
producción no es una alienación pura pues se debe a un primer paso que es el
captar algo y luego reinterpretarlo así esto no se diga. Esto no es sólo una
responsabilidad de la crítica sino también de los que hacen y explican la
arquitectura. El objetivo no es la originalidad sino el aporte a lo visto.
* Estudiante de último año de Arquitectura. Universidad Nacional Federico Villareal
3 comentarios:
No entendí ni papa, pero sonó bien arquitectónico
Dejemos lo pre - hispánico para su época, respetemos las consecuencias de la material y lo constructivo de nuestra era, no nos engañemos en búsquedas estériles donde la realidad era otra, su sociedad se comportaba muy diferente a la actual, entonces no nos masturbemos mentalmente, tratando de encontrar la pólvora, seamos sensatos y respetemos la naturaleza de nuestra materialidad.
dos comentarios, mejor tres.
1. Deja de leer a Cooper.
2. Concéntrate y lee el primer comentario, el del anónimo. ¿Ese era el efecto deseado?
3. Lee: El Arte enemigo del Pueblo, de Roger Taylor y decide si quieres seguir escribiendo en difícil o si quieres que se te entienda.
Saludos
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