22 de noviembre de 2014

La identidad como problema

Por José Luis Beingolea Del Carpio


Afiche del coversatorio: Identidad peruana en la arquitectura (CEA FAUA)

El 29 de octubre último, el CEA de la FAUA–UNI organizó una mesa redonda sobre “Identidad peruana en la arquitectura”. Los invitados representaron generaciones distintas, pero se diferenciaron también por algo más, Luis Longhi y Aldo Facho representaron a los proyectistas, mientras junto a Israel Romero representamos a los historiadores y críticos. El cuidado en la organización de ese encuentro fue evidente también por la presencia de Francis Espino como moderador.

Reconociendo que no es éste el mejor medio ni la ocasión para hacer precisiones sobre lo dicho y no dicho en el célebre e histórico auditorio FAUA, creo imprescindible las precisiones y apreciaciones siguientes.

Identidad cultural o identidad personal

Después del evento me quedé con la sensación que el joven público asistente salió confundido. La principal razón es que cada ponente hizo un discurso propio. Resultaba perentorio por tanto una lectura transversal, que desgraciadamente no se produjo. La principal razón fue que solo los críticos-historiadores abordaron el tema, desde la perspectiva histórica el primero, el segundo desde la crítica.

La segunda razón es que la locuacidad verbal y visual de Luis Longhi acaparó la atención. Lo sorprendente fue comprobar que la demoledora crítica de Romero, que alcanzaba también a Longhi, no fue mayormente atendida por el público. Es más, la increíble propuesta de Gaddy León Prado de proponer a Longhi como profesor FAUA fue la cereza que faltaba. La confusión se había así consumado plenamente.

La autobiografía presentada por Longhi, permitió entender que está en el momento en que finalmente encontró su identidad, ahora ya sabe quién es y, como lo repitió más de una vez, ahora sí “puede hacer lo que quiere”. Los comentarios sobre su más reciente cliente, y en particular sobre la manera como alterna con la esposa de éste, resultaron particularmente elocuentes.

Longhi confundió pues el tema, se le invitó para hablar de la Identidad de la arquitectura peruana, y habló del problema de su identidad. Lo que generó más confusión en el joven estudiante es el modelo de marketing reivindicado con ese ejemplo. Un profesor universitario no puede apelar a esa elocuencia para encandilar al auditorio, no lo necesita.

Longhi ha demostrado tener suficientes cualidades para ser reconocido con el Hexágono de oro. Tengo la impresión sin embargo que está siendo desbordado por el éxito. Los proyectos post Pachacamac se presentan cada vez más arbitrarios y exagerados. Creo que hay una oposición entre mantener expectativas y continuar creciendo profesionalmente. La parodia de sí mismo y la banalidad son los caminos que Longhi no debería recorrer. Es preferible mantener un suceso inaparente pero sostenido y legítimo en lugar de mediáticos, efímeros y débiles sucesos.

Distinguir el grano de la paja

La ponencia de Israel Romero, centrada en la crítica arquitectónica, tuvo como certero blanco la arbitraria y oportunista apropiación de la cultura popular por parte de la cultura oficial, en su afán de lograr mercado (externo primero, interno después). Esa afirmación de Romero, siendo esencialmente cierta, no debe ser condenada en bloque. Los orígenes de un sincero y enriquecedor acercamiento entre lo erudito y lo popular no son malos, ni en uno, ni en otro sentido.

Hay búsquedas y logros legítimos, auténticos y culturalmente trascendentes. Cien años de historia, como mencioné en mi ponencia, ya han dado cuenta de ellos. Como también de las poses, el esnobismo, el oportunismo, el efecto mediático y el superficial chauvinismo.

¿Arquitectura con identidad o buena arquitectura?

La identidad es inevitable, por eso no puede convertirse en una meta más. Insistimos por eso en la legitimidad de la persistente búsqueda de la buena arquitectura, para su tiempo y su espacio. Reconociendo que en el Perú, además de variados espacios, también hay varios tiempos.

Por eso mismo también nos parece poco útil concentrar la preocupación en un tema mal planteado y mal ubicado. En lugar de interesarnos exclusivamente por los estrechos espacios de la elite, más desafiante y decisivo nos parece concentrar y dirigir nuestra atención a las enormes, urgidas y desafiantes realidades y demandas de las periferias que reclaman miradas y propuestas tan nuevas cuanto rigurosas.


J. Beingolea - I. Romero - L. Longhi - A. Facho (Archivo CEA FAUA)

2 comentarios:

Longhi dijo...

Después del evento me quedé con la sensación que el joven público asistente salió totalmente complacido con la posibilidad de explorar otra manera de hacer, pensar y sentir arquitectura, diferente a la tradicional visión de los críticos-historiadores a quienes parece confundir la locuacidad verbal y visual de un arquitecto sobre su obra, tanto así que no les permite considerar dicha actitud como la respuesta de un arquitecto intuitivo a una demoledora crítica de un joven arquitecto que con entusiasmo entra en el campo de la crítica arquitectónica.
La situación fue tan evidente que provoco la espontanea e increíble propuesta de Gaddy León Prado de proponer a Longhi (o sea a mi) como profesor FAUA haciendo que esa noche mi sueño de enseñar en la UNI se sintiera más cercano.
Estas son solo diferentes maneras de percibir, según la capacidad intelectual o desde el potencial de las limitaciones.

Anónimo dijo...

El conversatorio me pareció demasiado malo (Perú carece de verdaderos críticos), el floro de siempre, opiniones muy personales sin una mirada fuerte acerca de lo que se hace en el país, en cuanto a Longhy, “Dios nos encuentre Confesados”, ojala no llegue este señor a nuestra Facultad, confundiría demasiado al alumno, si él está perdido, imagínese un alumno, que podría asimilar.